El objetivo de la vida es vivir

Me apetece compartir con todos vosotros una reflexión que seguro que muchos habéis hecho ya.

Cuando era niña e incluso adolescente, pensaba que tenía que esperar al amor de mi vida, a esa persona que era la perfecta para mí, la única que me haría verdaderamente feliz, y eso me hacía tener una actitud pasiva con respecto a las relaciones sentimentales. 

Después, con el paso de los años, me fui dando cuenta de que quedarse quieto, esperando a esa persona perfecta para ti es el error más grande que se puede cometer, porque haciéndolo dejamos, precisamente, de vivir, y nos perdemos tantas cosas.

La vida, tal y como yo la veo, es un viaje, un hermoso y complejo viaje, y los viajes suponen desplazamiento, cambio de localizaciones, ¿no es así? Por lo que quedarnos quietos, estáticos, esperando y sin movernos, sin hacer nada, no tiene sentido alguno. 

Las distintas experiencias y personas que han ido llenando mi vida me han enseñado que merece mucho la pena subir a cada barco que nos haga sentir algo especial, aunque no tengamos claro cuál será el destino del viaje. Merece la pena subir por el mero hecho de viajar, de vivir... Con todas las relaciones (y ya no sólo hablo de las sentimentales) podemos aprender cosas, crecer como personas... ¿qué más hace falta para embarcarnos en ellas? 

Así que no pensemos en las dudas o la posibilidad de que no salga bien. El objetivo de la vida es vivir... vivámosla.